Los Inicios

Hasta mediados de los ochenta, los profesionales sevillanos de la informática fueron egresados de titulaciones relacionadas con la ingeniería y las matemáticas, fundamentalmente.

No fue hasta el año 1984 cuando se empezó a hablar de la informática como un campo de estudio con entidad propia en la Universidad de Sevilla. El Rectorado encomendó la tarea de diseñar una Diplomatura en Informática de Gestión y otra en Informática de Sistemas a una comisión en la que participaron profesores provenientes de diversos campos del saber.

Apenas un año después, en el curso 1985/86, se pusieron en marcha las dos titulaciones en la entonces Escuela Universitaria de Ingeniería Técnica Industrial, con sede en el barrio de Los Remedios. A partir de entonces, la escuela comenzó a conocerse popularmente como La Politécnica.

Estas titulaciones tuvieron una gran acogida por parte de los estudiantes que terminaron aquel año su bachillerato y también de muchos profesionales que ya llevaban un tiempo en el sector y deseaban reciclarse y recibir una formación sólida en informática. En total fueron más de quinientos los alumnos que estuvieron matriculados en las primeras promociones.

No fueron unos comienzos fáciles, pues todo se puso en marcha casi sin recursos: un aula enorme para varios cientos de personas, una biblioteca en la que prácticamente no había ningún título sobre informática y ningún ordenador. Por suerte, la falta de recursos se compensó con creces gracias a un profesorado y un alumnado tremendamente motivados. Todos ellos estaban asistiendo y contribuyendo al nacimiento de los estudios correspondientes a una nueva rama del saber.

En los dos años siguientes los recursos mejoraron enormemente: se crearon cuatro nuevas aulas de teoría, un aula de prácticas, se dotó a la biblioteca con una centena de títulos específicos de informática, incluyendo algunas de las revistas más prestigiosas del momento, y se habilitó una sala de uso libre con unos treinta ordenadores IBM XT y Olivetti M24.

Estos equipos contaban con dos unidades para disquetes de 5 ¼ pulgadas con una capacidad de 360 KB, monitores de fósforo verde o color de 14 pulgadas, tarjetas gráficas CGA con 320×200 píxeles en cuatro colores o 640×200 píxeles en blanco y negro, procesadores Intel 8088 con un bus de datos de tan sólo 8 bits a 4.77 Mhz, unos inagotables 640 KB de memoria RAM y sistema operativo PC-DOS 2.0.

La red, simplemente no existía, por lo que para llevar archivos de un ordenador a otro era necesario hacer uso de todo el ancho de banda que podían proporcionar aquellos maravillosos disquetes. Pese a sus limitadas capacidades, el coste de estos equipos rondaba los 3000€.

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